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22 abr 2012

Contribuir con El Planeta es Fácil. Actuemos Hoy!!!


Por: Jossie Pérez.
Establecer una política de “compra verde” en el hogar es una forma de mostrar dónde están colocadas las prioridades, y puede ser un fuerte incentivo para fabricantes y distribuidores para producir y aumentar la oferta de productos amigables con el planeta.                                                                                   Un ama de casa tiene un tremendo poder para comenzar a producir cambios a la hora de hacer las compras. La compra de productos para el aprovisionamiento de un hogar mueve miles de millones de dólares cada año, en todo el mundo. Si cada ama de casa comienza a modificar los hábitos de consumo, la fuerte presión de esta tendencia de la demanda provocará necesariamente cambios en la oferta de productos. o se trata de hacer cambios drásticos y radicales; se trata más bien de introducir pequeñas modificaciones, en forma paulatina, adaptadas a nuestras posibilidades y presupuesto. En todo caso se trata de buscar, siempre que sea posible, la opción que menos daño pueda ocasionar a nuestro planeta en general, y a la salud familiar, en particular.
Evitar, reducir o reciclar el uso de bolsas plásticas. Según Wikipedia, en promedio, cada habitante utiliza anualmente 238 bolsas plásticas, que tardan 400 años en descomponerse y de las que apenas se recicla un diez por ciento. De hecho, la utilización de las bolsas de plástico genera cada año 100.000 toneladas de residuos y 440.000 toneladas de dióxido de carbono que contaminan el planeta. Para no contribuir con este tremendo impacto, es recomendable llevar nuestras propias bolsas de tela, papel o plástico al supermercado. Y si tenemos varias de estas bolsas en casa, podemos darles otros usos, como usarlas para la basura (y evitar la compra de bolsas plásticas para residuos), o para guardar ropa u otros elementos. Comprar productos con menos embalaje. La compra en grandes cantidades puede resultar útil para reducir embalaje, pero solo si estamos seguros de que vamos a usar todo, o que lo podemos fraccionar compartiendo la compra con otras familias. Disminuir lo máximo posible el consumo de origen animal. 
Además de obtener beneficios para la salud, contribuiremos a la disminución de emisiones de CO2. Según un informe del World Watch, la ganadería es responsable del 51 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto significa que la demanda de carne crea más emisión de gases que un auto.
Comprar bebidas en envases retornables. La fabricación de botellas de plástico utiliza una asombrosa cantidad de aceite  17 millones de barriles, aproximadamente. Y las botellas plásticas no sólo son un problema cuando se producen, sino que también son motivo de preocupación cuando se eliminan. Sólo el 10 por ciento de las botellas son recicladas; el resto ocupa espacio en los vertederos de basura y se necesitarán varias generaciones para su descomposición. Elegir alimentos orgánicos. La agricultura orgánica se esfuerza para ser sustentable, es decir, no agota los recursos no renovables. Se consideran orgánicos a los alimentos en los que en que ninguna etapa de su producción se utilizan fertilizantes, herbicidas o pesticidas químicos, así como tampoco en los suelos donde son cultivados. Estos productos deben ser cultivados y procesados según normas estándar, verificadas por organizaciones autónomas estatales o privadas acreditadas. Todos los productos orgánicos que se venden deben ser certificados y es importante que como consumidores sepamos reconocerlos. Adquirir frutas y verduras de estación locales. Con esta sencilla decisión de compra, no solo pagaremos un precio menor (contribuyendo a la economía familiar), sino que también favoreceremos a limitar el uso de combustible que se utiliza en el transporte y en la refrigeración de frutas y verduras que no corresponden a la época estacional o a la producción local. Comprar productos duraderos que se puedan volver a usar. Debemos evitar la compra de artículos desechables de un sólo uso, como, cubiertos de plástico, platos de papel o máquinas para afeitar desechables. Reemplazar los productos de limpieza tradicionales. En lugar de comprar los limpiadores tradicionales que utilizamos habitualmente para quitar manchas, limpiar ventanas, pisos, baños y cocinas, podemos invertir mucho menos dinero en tres simples elementos: bicarbonato de sodio, vinagre y limón. Solos o combinados entre sí son excelentes limpiadores, más naturales y no tóxicos. Comparar lámparas de bajo consumo. Las lámparas de bajo consumo son bastante más costosas que las bombillas tradicionales, pero se amortizan con el uso, ya que reducen el consumo de energía casi en un 80% y su vida útil es 8 veces superior al de una lámpara convencional. Por lo tanto, si nuestro presupuesto no nos permite afrontar el reemplazo simultáneo de todas las lámparas de nuestro hogar, una buena medida puede ser la de comprar una o dos cada vez que hacemos nuestras compras .
Feliz Dia de la Tierrra!!!

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